A veces por las noches, sobre la pista de asfalto, me ataca la fiebre interna. El suelo es reflejante (a veces) y muestra borrones luminosos: blancos, amarillos, azules, rojos. El aire se aclara y enrarece, como respirando. Mis pensamientos se retuercen como gusanos. Se contraen como los nervios de mi mano y es imposible moverme.