Full-disclosure: No me gustó el primer episodio de la nueva serie “Cosmos”, conducida por Neil deGrasse Tyson. Aquí explico el por qué.
Cuando era niño, mi papá me regaló unos VHS con una serie de televisión que no he podido olvidar hasta la fecha: Cosmos. En ella, Carl Sagan, quien yo no conocía, me llevó hasta los lugares más recónditos del universo. Desde la superficie del planeta Marte, hasta el núcleo de las células y los conjuntos de galaxias. Habló del inicio y fin del universo, el origen de la vida en el planeta tierra, la estructura de la materia… Después de ver cada episodio me quedaba pensando en cuántas cosas más no ignoraba y obtenía una nueva perspectiva de la materia que me rodeaba.
Los efectos especiales eran increíbles y la música insuperable. Los temas complejos, pero comprensibles para cualquiera. Algo que me sorprendía mucho es como Carl Sagan estaba siempre sonriente. Cuando explicaba cualquier cosa era obvio que era un apasionado por la ciencia. Transmitía un gusto sincero que no se quedaba en el conocimiento, llegaba a una sensibilidad científica que he visto pocas veces. Escuchabas la música del universo, veías la poesía de la materia viva y te impresionabas por el drama de las galaxias. Carl Sagan no sólo amaba la ciencia, también amaba a la humanidad. Al menos eso me transmitía.
Me impactó, por ejemplo, su visita virtual a la biblioteca de Alejandría. Ahí me enteré que era la biblioteca más grande de su tiempo y destruida en un incendio. Sagan sacaba algunos de los libros y nos explicaba que nunca podríamos leerlos. Se perdieron para siempre.
Pero esta serie es de finales de los setenta. Muchos años han pasado desde entonces, muchos descubrimientos y avances. Parece una buena idea actualizar la serie. El elegido para hacerlo es uno de los físicos más mediáticos de nuestros tiempos: Neil deGrasse Tyson. No sólo hay muchos videos de él en YouTube, no sólo aparece en televisión y radio, también es un meme: “Watch out! We have a badass over here!”, o en español: “¡Ay, si! ¡Ay, si!”. Es suficientemente reconocible, así que la elección no es ninguna sorpresa.
Pero al ver el primer episodio la semana pasada, algo faltó. Los temas eran similares, en algunos momentos idénticos, pero… ¿Por qué no me emociono? Quizá es por que Neil deGrasse Tyson, aparentemente, se siente por encima de su público. Nos habla no como un hermano mayor, más bien como un niño de sexto de primaria le hablaría a uno de primero. Estoy seguro de que es sumamente inteligente, pero… ¿me tiene que hablar como si yo fuera tonto?
Mientras que los efectos especiales del Cosmos original eran impresionantes, los del reboot se quedan cortos en comparación de cualquier película de Hollywood. Esto sería perdonable si el guión tuviera la sensibilidad de la versión anterior, pero tampoco sucede. La música también deja mucho que desear. No es nada contemplativa, más bien parece sacada de alguna película de Star Wars. Supongo que es natural que para hablarle a las nuevas generaciones se deba de usar un ritmo más acelerado, música emocionante y otro discurso, pero eso no deja mucho lugar a la introspección.
No me malinterpreten: Es bueno que se haga esta serie. Con tan poca programación científica esto es algo que falta. Sólo pienso que se puede hacer mejor, porque ya se hizo mejor antes. Si se puede.
Para terminar, quisiera llamar la atención sobre el cambio de nombre entre la versión setentera y la actual. La primera se llama: “Cosmos: A personal voyage”. El título es perfecto: Por más grande que sea el universo, por más impresionante que sea el cúmulo de conocimiento científico, nuestros viajes por él siempre son personales, mentales, introspectivos. Creo que es lo que intentó hacer Carl Sagan con su serie. La nueva se llama: “Cosmos: A spacetime odyssey”. Retoma a Arthur C. Clarke, pero hay un mensaje oculto: El contenido es mucho más directo. Esta vez no es un viaje personal, esta vez nos dirán los hechos.
Lamentablemente, la nueva versión de Cosmos no es una viaje hacia dentro de nosotros mismos. Es una presentación de PowerPoint.