Mientras conducía por el cañón Cuatro Milpas, hacia mi trabajo, pude ver la magnitud del desastre. Los cerros estaban grises, quemados, su única decoración eran negras ramas sinuosas. La tierra se pintó de cenizas. Algunas casas estaban quemadas.
Me enteré llegando que la escuela se salvó únicamente porque varias personas pusieron manos a la obra. Ezequiel, el subdirector, metió una máquina al cerro para hacer una zanja y detener el fuego. Unos alumnos de sexto semestre se regresaron para ayudar a apagar las ramas a palazos. Los bomberos estaban ahí, pero pronto llegó el ejército. Increíblemente, la antena que nos provee de Internet (y de la cual me encargo yo) siguió funcionando a pesar de estar rodeada de fuego.
Protección civil felicitó a la escuela por haber evacuado en menos de cinco minutos. No hubo incidentes, tropezones ni embotellamientos. En otras escuelas, de las cuales omitiré el nombre, madres histéricas entraron a los salones a sacar a sus hijos a jalones. Sucedieron otras cosas que prefiero no mencionar, pero el pánico se apoderó de mucha gente.
Cetys y CET-Mar, entre otras escuelas, suspendieron clases. El incendio entró a sus instalaciones y sufrieron daños. Acá continuamos clases normales, aunque ahorita, como mencioné, los de sexto se fueron y tengo una clase libre.
Un cliente gringo me habló para preguntarme sobre su casa. Como está en Los Ángeles, se enteró del incendio pero no supo cuál era la situación. Afortunadamente su casa no sufrió ningún daño, pero si no hubieran hecho la zanja y la escuela se hubiera quemado, su casa también.
Supongo que son las desventajas de vivir rodeados de “naturaleza”.
En estos momentos acabo de ver que un incendio cercano, en San Antonio de las Minas, se acaba de avivar. De igual forma, se vio humo de nueva cuenta en el cerro a un lado de la escuela. Es posible que el fuego vuelva. Acaba de entrar un alumno diciendo que se están incendiando dos cerros cercanos.
Seguiremos informando.
(Esta vez la foto si la tomé yo).