Los Globos son un conglomerado de tiendas de segunda mano en el corazón de Ensenada. En sus locales se encuentran ropa, discos, muebles, zapatos, juguetes, películas y electrodomésticos, entre muchas otras cosas inesperadas y sorprendentes. Casi todos éstos son productos desechados de California, basura que viene del otro lado y es vaciada en mesas para que cualquiera pueda esculcar. Confieso, el lugar me fascina y me doy varias vueltas a la semana.Dentro de los pasillos de este centro comercial, aparte de los compradores, se pasean también los espectros de varias personas muertas. Indetectables, desapercibidos y la mayor parte de las veces, despreciados. Su existencia me desconcierta.
Ayer, por ejemplo, me encontré el diario de un niño. Las primeras páginas inician en 1995. Expresa con faltas de ortografía su emoción porque está próximo el campamento de verano. El cuaderno está lleno aproximadamente a un cuarto de su capacidad, y termina abruptamente en 1996.
¿Qué hace ese cuaderno entre todas las demás cosas? No tengo la menor idea. ¿Quién decidió deshacerse de él y cómo llegó a Los Globos? ¿Qué pasó con el pequeño Jimmy, el autor del diario, quien actualmente podría tener aproximadamente mi edad?
Encontré también un borrador de novela que alguien escribía a lápiz y se encuentra inconcluso. La libreta utilizada es bellísima. El título de la obra es “The blade I carry”.
En otra mesa había también un álbum fotográfico de 2004. La mayor parte de las fotografías eran de la graduación de preparatoria de una muchacha de California, pero también aparecían cumpleaños, fiestas, viajes… Retratos y momentos diversos.
¿Quién decidió deshacerse de ellos? Nunca haría eso con mis álbumes fotográficos.
Una compañera de trabajo me dijo que quizá esas cosas están ahí por las “Estate Sales” de Estados Unidos. Estas ventas suceden cuando alguien necesita deshacerse de un gran número de items, como en el caso de mudanza, divorcio o muerte. Cualquiera puede llegar a la casa donde ocurre la venta y comprar cualquiera de las cosas que están ahí.
Muerte. Esto me sonó más plausible, porque a veces en las mesas hay ítems demasiado personales como para que un vivo los suelte. Mi novia y yo encontramos una vez unos diarios de una señora que quería ser escritora de cine. Su sueño era escribir un guión que fuera protagonizado por Tom Hanks. Pero debido a alguna enfermedad estaba deshabilitada y tenía una demanda pendiente contra una empresa farmacéutica. Mientras tanto batallaba para solventar incluso sus necesidades más básicas. Páginas y páginas estaban garabateadas con operaciones en dólares. Sumas y restas desesperadas intentando hacer rendir el dinero.
Incluso tenía un plan para decorar su nuevo departamento una vez ganada la demanda. Una lista de carteles de películas clásicas de Hollywood con las cuales decorarlo y sus precios. Curiosamente, quería poner un cartel de Psycho en su baño.
Todo eso y más supimos de la señora porque sus diarios estaban ahí, entre el resto de la basura. Y entre los diarios se encontraban sus fotografías.
Hay trofeos, placas conmemorativas, libretas con apuntes universitarios, cuadernos de dibujo con bocetos, diskettes con fotografías familiares, cartas amorosas y microcassetes con grabaciones de contestadora.
Una vez encontré una pequeña cinta donde una mujer quiso explicar una situación de dolor y desesperación a su pareja. La emoción no se lo permitió, las palabras la traicionaron y a los dos minutos detuvo la grabación sin poder articular más que algunos enunciados incoherentes.
Otra grabación era de alguien que fue a Perú a una convención de música folklórica y registró muchas de las canciones. Otras son de reuniones de trabajo o salones de clase.
¿Quiénes son todas estas personas? ¿Están todos muertos?
Cuando aparecen colecciones de libros en algún local, es fácil conocer a la persona a través de su biblioteca. Uno puede ver que uno de ellos era Coreano, o que era muy religioso, o que tenía algún problema de alcoholismo por los libros de los doce pasos y las doce tradiciones. Algunos quieren estudiar animación bidimensional y tienen libros al respecto junto con biografías de Walt Disney. Otros quieren ser escritores de novelas de vampiros, así que además de los libros con tips sobre cómo escribir novela está la colección completa de Anne Rice. Otros quieren escribir cine, otros simplemente tienen los libros típicos que no faltan en toda biblioteca gringa: Libros religiosos, cristianos y de Alcohólicos Anónimos. Éstos últimos normalmente cubiertos con algún forro que prohíba leer su portada, para no llamar demasiado la atención en el librero.
Algunas personas tienen interés por la programación de computadoras, otros por la plomería o la ciencia ficción. Sus bibliotecas los delatan, y todos sus libros son transportados tal cual hacia alguna mesa de Los Globos. La mayor parte de los curiosos ignoran este tipo de detalles y se van hacia lo útil, hacia lo pragmático. Pero supongo que soy un voyeur.
¿Por qué me fascina tanto? No lo entiendo bien. Siempre he sido muy metiche, pero coincidirán conmigo en que esta situación es inusual. Es como establecer un vínculo con los muertos, como fantasmas que llegan a Ensenada a vivir una segunda vida.