Desde mi punto de vista, Leontxo García es una de las personalidades del ajedrez más carismáticas del mundo. Su amplia trayectoria abarca cuarenta años: Diez como jugador profesional y treinta como periodista del juego. Apareció en televisión, comentando jugadas famosas; ha publicado columnas para diarios españoles y reportea cientos de torneos alrededor del mundo. En este libro de 2013, retoma asuntos que ha discutido a lo largo de los años, especialmente los mezclar ajedrez y ciencia.
¿Qué más se puede decir de este juego que no se haya dicho antes? Increíblemente, el libro ofrece algunas novedades. Quisiera hacer una subjetiva reseña y destacar aspectos importantes. Advierto desde el principio que vale mucho la pena leerse.
El libro se divide en tres partes. La primera se titula “Los misterios del ajedrez” y se dedica a plantear preguntas que siguen sin resolverse. Por ejemplo, la discrepancia entre el juego de hombres y mujeres. Es decir, hay pocas jugadoras que lleguen a estar entre las mejores del mundo, ¿a qué se debe esto? La respuesta que propone Leontxo es cultural, sin embargo, no hay nada conclusivo. Los argumentos se presentan en extenso y es un buen punto de partida para investigar más.
Más interesante me resultó el capítulo dedicado al ajedrez y el antidopping. Como este juego ha intentado legitimarse como deporte en muchas partes del mundo, es lógico que se quieran aplicar las mismas convenciones para ser aceptado. La pregunta es: ¿hay drogas que incrementen el rendimiento de los ajedrecistas? Buena discusión.
La segunda parte de libro se llama “El ajedrez enseña a pensar” y discute los supuestos beneficios que se le atribuyen al noble juego. Mucho se ha hablado de que retrasa el Alzheimer, que desarrolla el intelecto y que ejercita la memoria. ¿Qué tan cierto es esto? Las pruebas, lamentablemente, tampoco son muy contundentes que digamos. Aún así, el autor presenta algunos argumentos a favor en base a su experiencia personal.
El capítulo más interesante para mi, fueron las incursiones del ajedrez en la cárcel. Leontxo ha participado en estas iniciativas y comparte sus vivencias:
«El ajedrez nos quita mucha cárcel», me dijo [un recluso], muy serio, en referencia a que cada hora invertida ante el tablero pasaba mucho más rápido que haciendo otra cosa, y además durante ese tiempo no pensaba en nada malo. Y su segunda sentencia fue magistral: «El ajedrez es especialmente bueno para nosotros, porque nos enseña a pensar en las consecuencias de lo que hacemos antes de hacerlo».
El autor también aborda la otra cara de la moneda: Ajedrecistas que terminaron sus vidas con severos desequilibrios mentales. Paul Morphy y Bobby Fischer son los casos más famosos. Aunque a veces el juego se asocia con trastornos mentales, en realidad han sido muy pocos los que terminan locos. El principal aporte de este libro son las experiencias personales que tuvo el autor con Bobby Fischer, quien desapareció de los torneos después de ganar el campeonato mundial. Poco se supo de él durante muchos años, a excepción de algunas apariciones públicas. El autor arroja algo de luz al asunto.
La última parte del libro tiene de nombre “Chips y neuronas, más de dos siglos en jaque” y se dedica a los recientes avances de la informática en la materia. Es la parte más extensa del libro y quizá la más fascinante para mi. Aunque, claro, quizá tenga que ver que soy ingeniero en sistemas computacionales. Lamentablemente, en esta tercera sección no hay aportes muy originales.
El autor inicia hablando de “El turco”, una misteriosa máquina de ajedrez que aparentemente jugaba de manera excelente con una primitiva maquinaria. Después retoma la olvidada figura de Torres Quevedo, un inventor español que, entre sus muchos artefactos, se encontraba una maquinaria que lograba dar jaque mate al rey en un tablero con pocas piezas. Varios lo consideran el primer videojuego de la historia y data de 1912.
El resto de la sección es historia ya contada en otras partes. Los desarrollos de la informática, las partidas de Kasparov contra Deep Blue y la encrucijada en la que se encuentra hoy en día el juego. Aparentemente las computadoras son ya mejores que el ser humano, ¿qué resta por hacer? Leontxo sugiere modificar el juego, quizá tomar la iniciativa de Bobby Fischer con su Ajedrez 960, en donde el orden inicial de las piezas es aleatorio para evitar la memorización. Esto debido a que muchos de los grandes maestros actuales juegan hasta los primeros 25 movimientos de memoria. Consecuencia, sin duda, de los extensos análisis que se hicieron durante el siglo XX.
Aunque es sumamente interesante, tengo algunas quejas con respecto a este libro: Es muy desigual. Es decir, como se compone de artículos y escritos elaborados a lo largo de muchos años, no tienen un estilo ni formato uniforme. De pronto el libro tiene capítulos y secciones muy extensos y de pronto son sumamente breves. A veces es una narrativa histórica y en otras discurre en territorio más científico. Incluso incluye una muy extensa entrevista con Fernand Gobet, escéptico de los beneficios del ajedrez. En ella, ambos bandos se mantuvieron obstinados en sus posturas y más parecía una partida de ajedrez sin jaque mate, pero con clara ventaja para Gobet. En la tercera parte, la del ajedrez informático, se incluye también el listado completo de muchas partidas. Se siente extraño que se inserten estos listados después de que durante más de la mitad del libro no aparecen por ningún lado. Sin embargo, se entiende su importancia, ya que ilustran muy bien los puntos argumentados por el autor. También se echa de menos el uso de imágenes.
Por otra parte, es un compendio excelente de temas y asuntos relacionados con lo que afirma su título. Está escrito con un estilo ameno e interesante. Lo recomiendo ampliamente.
268 páginas
Editorial: Crítica (2013)
ISBN-10: 8498925525
ISBN-13: 978-8498925524