He decidido inaugurar una nueva sección en este blog: Throwback thursday. La dinámica quizá sea familiar para ustedes: cada martes publicaré algún escrito de mis antiguos blog “Botellas al mar…” o quizá algún escrito viejo que se perdió en el tiempo y ya no se puede conseguir. Varias veces he condenado a mis entradas al olvido, las he borrado, he hecho berrinches y muchas otras cosas. Mi equivalente a lo que hizo Britney Spears cuando tuvo una crisis nerviosa y se rapó.
Volviendo atrás, algunos de estos textos no eran tan malos como los recordaba. Además, ofreceré algún comentario para contextualizarlos acerca del tema, por qué lo escribí
En esta ocasión les presento un texto que me parece interesante por varios motivos. Se llama “Bicicletero” y es de 2006. Me llama la atención porque marca precisamente el momento exacto en el que me hice ciclista urbano, antes de que empezaran estos movimientos como “Mexicali bici” o los paseos ciclistas que se hacían también en Ensenada para reivindicar el uso de este medio de transporte. En este entonces tendría yo 23 años, estudiaba ingeniería en el Instituto Tecnológico de Mexicali y desde hacía años no andaba en bici. De hecho, era algo altamente impopular, como se percibe en el texto.
Menciono aquí a un bloguero mexicalense de esa época, que se apodaba “El memo”. Afortunadamente su blog sigue en línea, así que corregí los enlaces para que puedan ustedes leer la entrada original que menciono. La foto que incluí no venía originalmente con mi escrito, es de dos meses después, pero es la misma bicicleta, que me robaron en 2012, me parece, y todavía extraño. Sin más preámbulo, aquí está el escrito original.
Bicicletero
2006-02-07
Hace unos días, el memo en su blog nos contó acerca de una muchacha de Chihuahua que le dijo que pueblo bicicletero era la característica primordial de Mexicali. Esto indignó tanto al escritor del blog, que se embarcó en una investigación fotográfica por varios puntos importantes de la ciudad, descubriendo con horror que en todos ellos había bicicletas. El memo termina su post con las siguientes líneas: “Como conclusión me queda decir que esta chica de Chihuahua tenia razón… MEXICALI ES BICICLETERO… que decepción.”
Pensando acerca de esto, y haciendo un poco de memoria recordé que en mi cuarto de tiliches estaba una bicicleta arrumbada desde hacía un buen tiempo, pidiendo a gritos otra oportunidad. En uno de esos Arranques marca BadBit (TM), decidí darle vida de nuevo y después de una buena desempolvada, pedaleé un tour por toda mi colonia. Es obvio que con tantos años sin practicar el ciclismo, batallé un poco para mantener el equilibro y volver a perder el miedo. Aunque, después de una cuadra, llegué a ser el mismo de hace años.
Me pareció increíble. El aire golpeaba directamente en mi rostro, sin parabrisas. Nada impedía que en alguna caída hiciera contacto directo con el pavimento y quedara desgraciado de por vida. Mis piernas activaban el mecanismo de la velocidad sin intermediarios. Ese contacto tan directo con el acto del transporte fue una experiencia revitalizante. Inclinado sobre el manubrio, el mundo giraba bajo mis ruedas.
Tan emocionado quedé al repetir esta experiencia, que en otro de mis impulsos característicos decidí ir a mi escuela pedaleando. Todo era ideal: Me ahorraría el tiempo que generalmente utilizo para hacer ejercicio, ahorraría también gasolina, sería más motivante que manejar (una actividad que me aburre) y dejaría de contaminar el ambiente.
Para mi tremenda sorpresa, al llegar al tec descubrí una bicicleta solitaria, encadenada y esperando. Con la respiración agitada, eché el cerrojo a la mía también. Levanté la vista y noté que mucha gente se me quedaba viendo raro, algunos se reían. Entré todo sudado al sitio de telecomunicaciones. Cuando comenté mi hazaña a mis compañeros, después de decirme Estás chiflado, o también ¿Se te botó el chango?, preguntaron cuál fue la avería de mi automóvil. Hasta me ofrecieron raite a la escuela.
Incomprendido, decidí repetir mi terquedad otro día. Como ya estaba un poco más tranquilo y menos emocionado, comencé a darme cuenta de varias sutilezas que había pasado por alto. Para poner un ejemplo, noté que me hice invisible para los automovilistas. Así es, los carros pasaban zumbando a un centímetro de mi bicicleta, y nunca me cedían el paso en un alto. Además, hacían arrancones a propósito para humillar la velocidad de mis engranes mientras me dejaban respirando una nube de polvo y smog. En calles sin espacio para estacionamiento ni banqueta, casi me lanzaba a un lado cuando veía aproximarse un vehículo.
No entiendo porqué a nosotros, los que no contaminamos, ahorramos energéticos no renovables y además nos ejercitamos en el proceso nos faltan tanto al respeto. Constantemente sale en el periódico que atropellan a ciclistas, pero son siempre gente anónima. Los pobres diablos que no pueden tener un automóvil y por lo tanto deben tener vidas poco importantes y perfectamente reemplazables. Los culpables de accidente, con todos sus caballos de fuerza, logran darse a la fuga fácilmente presionando suavemente un pedal.
Esta falta de amabilidad logró empecinarme más en mi objetivo, y de ahora en adelante usaré la bicicleta en medida de lo posible. Además propongo que ustedes lo hagan también, las ventajas son evidentes. Hagamos de esta ciudad un pueblo bicicletero, aunque se rían de nosotros.
Atte.
BadBit
Concuerdo en lo agradable que es que te cachetee el viento mientras tratas de no ser atropellado por un vivo al volante, alguna vez “escapé ” de mi casa a la cuadra sin aventurarme ir más allá por los peligros que conlleva y a pesar que aprendí a andar en bici a los 16 quiero pensar que es algo que nunca se olvida, saludos.
¡Saludos! Así es, y además ya no lo hago tanto porque, en efecto, es muy peligroso.
Ayer oí una nota en la que recomendaban que por lo del coronavirus, era mejor y menos riesgoso usar bicicleta, tal vez llegó el momento de ser el pueblo biciclitero que nos merecemos.
Lo cual me permitiría estrenar mi bicicleta que lleva 5 años guardada, esperando el momento, porque resulta que también me sucedió lo que dices, y si tú que mides casi los 2 metros te volvías invisible, imagínate yo, con mi pequeñez corpórea.
¿En serio es menos riesgosa la bicicleta para el Coronavirus? ¿Cómo? No me lo hubiera imaginado. Pero debe ser mucho más peligrosa por el tráfico, aunque ahorita casi no hay, afortunadamente.
Me dió tremenda perspectiva diferente ,siendo yo de los malvados al volante haha
Cuando por alguna extraña razón tengo que caminar a algún lugar medio lejos ,me da esa sensación de “wow! Así se siente no estar en un carro” jaja
Pues un día quiero hacer un video de lo que es andar en bici, para que veas el verdadero peligro. Jaja.