Publiqué este texto originalmente en 2014, después de encontrar una canción que estuve buscando por muchos años. Intenté describir la desesperación de no poder encontrar tu canción favorita. Hasta la fecha me sigo identificando con este sentimiento.
Las personas musicales nos exponemos a un peligro constante: el ataque inesperado de nuestra nueva canción favorita. La embestida es normalmente repentina, sin misericordia. Puede suceder en la calle. Por ejemplo: la canción brinca hacia ti desde el estéreo de un carro que va pasando. El impacto es súbito y desmoronador. No sabes ni qué te golpeó.
Tu nueva canción favorita puede estar también en el fondo de una película equis, acechándote. Incluso podría apuñalarte mientras comes en un restaurante, saltando desde un celular cercano. O en una fiesta o en un antro o en un videojuego. Puede aparecer con un pequeño hilo de caña tensado entre sus manos, para llegar por la espalda y asfixiarte con él.
Si eres musical, no te quedarás conforme con el ataque: Querrás más. Posiblemente indagarás el nombre de la canción. ¿Pero cómo? Posiblemente te acompañe alguien en ese momento y le preguntás casualmente: “¿Tú sabes cómo se llama esa canción?”. Si logra decírtelo, bien por ti. Resolviste el misterio y podrás llegar a tu casa a buscarla en YouTube y continuar la tortura.
¿Y si tu acompañante no sabe? Más te vale memorizar algún fragmento de la letra para googlearla después. Es mi estrategia cuando algo así me sucede. Pero no siempre es fácil escuchar y no siempre tengo a la mano con qué anotar. Mi celular es tan lento que al abrir la aplicación, ya se me pasó media canción e incluso terminó. A veces sólo pesco pedacitos que no dan buenos resultados en la búsqueda. Aún así, casi siempre doy con la canción responsable del delito.
¿Qué tal si es instrumental? Me ha sucedido. Lo que resta es intentar tararearla a conocidos. Si eres malo en eso, normalmente tu interlocutor sacudirá la cabeza y te dirá que no tiene ni puta idea de qué canción hablas. En el peor de los casos podrías explicar cómo suena: “Era una canción rockera, que la batería sonaba así y tenía órgano…”
Casi siempre darás la mayor cantidad posible de datos para obtener una respuesta. ¿De qué género es? ¿En qué idioma está? ¿De qué habla la letra? ¿Como de qué época es? ¿Dónde la escuchaste? ¿Cuánto dura? Posiblemente termines con algunas sugerencias de nombre. Pero también, posiblemente, compruebes que no son las canciones que estás buscando.
¿Ahora qué? Existen alternativas como Shazam. Una aplicación del celular que identifica canciones si grabas unos cuantos segundos de ella. Lo malo es, precisamente, que debes grabarla. Lo más probable es que no la tengas a la mano. Existe Spotify, donde podrías navegar en géneros parecidos para intentar descubrir a la canción malhechora. Preguntarás en foros, sin éxito, y estarás con la oreja bien parada para ver si la encuentras de nuevo.
Yo sé que para este punto, ya habrás identificado al 99% de estas traicioneras canciones. Pero también sé que en tu mente hay unas cuantas que nunca has podido identificar. Ahí siguen, ¿verdad? Se te han colado y residen en tu cabeza, alimentándose dolorosamente de tu cerebro, como un ácido que lo carcome poco a poco.
Lo único que queda es esperar. Esperar pacientemente el segundo ataque. Quizá suceda, quizá nunca. Hablo de esa segunda ocasión en donde, sin previo aviso, la canción te salteará el camino, se burlará de ti, te humillará. Gritará: “Aquí estoy otra vez, ¡ven por mí!” Quizá tu acompañante la identifique, quizá no. Quizá anotes parte de la letra, quizá no. Quizá alguien te lo diga, quizá no.
Pero como de costumbre, el encuentro es fugaz. Una estocada al corazón y una retirada presta. ¡Otra vez en las mismas!
Escribo esto por que ayer, por fin, pude encontrar a una de estas insidiosas villanas. Me tardé solo veinte años. La tengo aprisionada en un archivo, y aunque se vaya, sé su nombre y apellido. Aún quedan algunas sueltas, pero sigo atento.
Quizá en un futuro cercano se invente un método para que no se nos vaya una. Mientras tanto, espero que las tuyas aparezcan pronto. Por tu bien mental, espero que sí, porque la espera es larga. Te recomiendo que estés siempre atento, siempre preparado, porque buscan los momentos más inapropiados para salir. Buscan encontrarte con la guardia baja. Quieren volverte loco y tienen los recursos para lograrlo.