¿Para qué vamos al cine? A veces para pasar el tiempo, para ser sacudidos, experimentar emociones o encontrar consuelo. La mayor parte de las películas cumplen una función muy simple en nuestras vidas y las olvidamos después de unos días. Al pasar los años, el tanto el cúmulo de tramas y actores que vemos en la pantalla que llegamos a confundirlos o entremezclarlos. Los mismos trucos de antes ya no nos causan efecto. De vez en cuando algún filme se sale de la rutina y se nos queda de por vida. Sé que Birdman es una película que nunca olvidaré y que se quedará conmigo durante muchos años, de la misma forma que se ha quedado dando vueltas en mi cabeza desde que la vi en el cine.
La trama es sumamente sencilla: Riggan (Michael Keaton) es un actor que gozó de éxito durante los años noventa interpretando a un superhéroe de nombre Birdman. Al pasar los años, su carrera se estancó y la mayor parte de las personas todavía lo reconocen como el ícono de los noventa, pero fuera de eso no tiene ningún logro considerable. Para intentar alcanzar validación como actor serio, decide montar una obra teatral en Broadway basada en un cuento de Raymond Carver llamado “¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?”. El escribió, dirigirá y producirá la obra. Sin embargo, la producción está plagada de problemas. Básicamente, así arranca la cinta.
Superficialmente parece una historia sobre Michael Keaton, quien interpretó a Batman durante los noventa y me es difícil nombrar algunas de sus películas después de eso. Pero si conocen ustedes un poco de la obra de Alejandro González Inárritu, se darán cuenta de que más bien es una película terapéutica para él. En Riggan yo veo más sus inquietudes, su sentimiento y sus angustias. Es su película más honesta y, por cierto, su mejor película.
Alejandro inició con tres películas audaces que buscaban causar impacto por su maestría y experimentación con la narrativa no lineal. Ayudó muchísimo que las escribió Guillermo Arriaga, que tiene una habilidad inmensa para el entramado y la creación de personajes interesantes. Sin embargo, las tres cintas sacrifican el aspecto humano y la empatía por el exotismo y la experimentación. Birdman funciona al revés: Los personajes marcan la pauta, los sentimientos están hasta enfrente. Es una experiencia mucho más personal.
Aún así, es audaz: Casi toda la película es una toma continua de casi dos horas. La cámara sube, baja, entra al escenario del teatro, da la vuelta al edificio y pasa por las aceras sin un solo corte visible. Esto se ha intentado antes, pero Birdman lo logra impecablemente. Lo mejor: es un recurso que difícilmente llama la atención sobre si mismo. Las actuaciones son tan buenas y la tensión dramática tan bien lograda que uno puede disfrutar la película sin darse cuenta de esa artimaña. Algo que si noté fue la iluminación, es ingeniosa y muy cuidada. De las mejores iluminaciones que he visto en película alguna.
Al principio de la película, uno de los actores debe ser reemplazado y Mike (Edward Norton) toma su lugar. Él ya es famoso como un actor teatral del método, y nos lo muestran como casi sociópata: Hará lo que sea para obtener una buena actuación de si mismo y de sus compañeros. Cuando Riggan se encuentra exasperado de que la obra no va bien, él le explica que la gente sólo va a perder tiempo al teatro, en unos días olvidarán todo al respecto. No distinguen entre ir al teatro, ir a un café o un circo.
Me gusta este comentario, porque la obra que Riggan monta tiene algunos paralelos con la película que estamos viendo. Es una obra sobre sí mismo, aunque todavía no se ha dado cuenta. Todos los personajes que vemos en pantalla tienen, de alguna forma, sus esperanzas depositadas en esa obra. ¿Qué tiene Inárritu depositado en Birdman? ¿Necesita tanto reconocimiento como el personaje de Riggan? Sus entrevistas parecen indicar que sí.
Los mejores momentos, desde mi punto de vista, es cuando vemos las diferentes representaciones de la obra. Los actores parecen actores. Suena extraño, pero cuando están fuera del escenario parecen personas y dentro del escenario parecen actores. Y uno puede sentir cuando están dando una buena o mala interpretación. Así de buena es esta película.
Ya salieron las nominaciones al Óscar. Birdman se encuentra en varias categorías, pero algo me dice que no es el tipo de películas que ganan Óscares. Dentro de la película hay un personaje antagónico: una crítica de teatro. Los actores le tienen miedo y respeto porque saben que si reciben una mala reseña de ella, la obra está terminada. Pero hay una pregunta muy interesante: ¿Realmente importa lo que ella piense?
No quiero ahondar mucho en esto, creo que queda claro que recomiendo muchísimo esta película. Birdman es toda una experiencia, pero sobre todo una película sobre personas. Y eso, por increíble que parezca, es rarísimo hoy en día.