El 22 de enero de 2004 empecé a bloguear. En mi primera entrada escribí las tonterías que me sucedieron durante el día. Lo leo hoy y me avergüenzo profundamente. El sitio que usaba en ese entonces para cometer mis fechorías confesionales era LiveJournal. Aunque actualmente sigue en línea, creo que sus mejores años ya quedaron muy atrás. Mi primer párrafo fue el siguiente:
Incio este diario con melancolía. ¡Que manera de comenzar! ¡Que primera línea para un escrito de este tipo de escritos! Afortunadamente no sabía hablar cuando nací, y no tuve la oportunidad de regar el comienzo de mi vida como lo estoy haciendo ahorita con mi “laiv yurnal”. Ojalá hubiera comenzado con algo que se volviera famoso como: “En algún lugar de Mexicali, de cuyo nombre no quiero acordarme…”
Oh, la humanidad.
Nombré mi blog “Botellas al mar…” (con todo y los cursis puntos suspensivos) por un escrito del mismo título que terminé por aquellos días. Mi idea era que cada post sería un mensaje dentro de una botella. Como esos que se lanzan al mar cuando uno se queda varado en una isla desierta. Al principio escribía una bola de estupideces insulsas. (Algunos podrían argumentar que todavía lo hago.) Pero el escribir me gustó mucho. Busqué mejores formas de contar historias, sucesos y anécdotas.
Posteriormente entré a un taller de literatura, se me abrió el mundo de los cuentos. Muchas transformé sucesos de mi vida en cuentos. Mis conocidos me leían y pronto también me seguían desconocidos. Migré a blogger. Muchos escribíamos blogs ahí en aquella época. Creo que pocos siguen haciéndolo. Actualmente la gente no lee mucho en Internet. Es increíble la cantidad de excelente contenido que existe en la red, pero muy poco se lee. Mucha oferta y poca demanda.
Además, los blogs ya perdieron su lustre inicial. Su época de oro fue quizá entre el 2003 y 2006. Posteriormente aparecieron en escena otros medios como Twitter y YouTube. Ahora los famosos son Videobloggers o Twitstars. Ninguna de esas dos formas me llama mucho la atención. Me gusta leer y escribir, ninguno de los dos se presta para ello.
Luego lo borré. O más bien, oculté todas las entradas. Las cosas han cambiado. Empecé de 21 años, ya soy un treintón. La vida te enseña cosas a madrazos. Mi motivación para estar aquí no es para nada la misma. Pero claro, me sigue gustando la libertad. He escrito en diferentes medios, pero ninguno me da la libertad de un blog. Aquí se aplican mis propias reglas y no tengo que darle gusto a nadie.
Con diez años a cuestas, ya tengo un acervo importante de escritos. La mayoría los considero, francamente y con perdón, basura. Uno que otro tiene algo rescatable, y otros me parecen aceptables. Iré desenterrando uno que otro para darles una manita de gato y colgarlos acá.
De algo estoy seguro: La vida sonríe. No miro atrás con nostalgia, sólo con un poco de vergüenza. La vida está aquí y ahora, mejor que nunca. Después de tanto tiempo, me gusta seguir por estos rumbos.
(La foto es del 2006 en San Felipe.)