Fui a ver esta película francesa (cuyo título se tradujo al español como “Voraz” y al inglés como “Raw”) porque creí un poco en el hype. Escuché de otras personas, y de algunos críticos, que la cinta era sorprendente y supuestamente muchas personas se desmayaron y vomitaron en el cine cuando la vieron por primera vez. Es muy extraño que diga esto, pero fue decepcionante ya que no me causó ni náuseas.
La trama es sorprendentemente sencilla: una estudiante vegetariana entra a la facultad de veterinaria, facultad donde también estudia su hermana mayor. Dentro, pronto descubre que las novatadas son bastante pesadas, e implican se bañados en sangre de animal y comer un riñón de conejo. Al principio ella se rehusó, pero debido a la presión social terminó cediendo. La película no es clara en este punto, pero al parecer gracias a estos sucesos empieza a desarrollar una obsesión por comer carne, especialmente carne humana hasta que poco a poco se va transformando en caníbal.
La cinta, sin duda, tiene sus virtudes. Las actuaciones son bastante buenas, la fotografía está bien trabajada y algunas secuencias demuestran virtuosismo. La mejor, desde mi punto de vista, es aquella de la primera fiesta que se hace en el edificio de dormitorios. Es un plano secuencia muy largo, donde se tuvo que coreografear la acción y coordinar muchos elementos. Es muy, muy efectivo.
Lo malo es que nada de lo mostrado en la película me parece muy original. De cierta forma, la trama es una fórmula. Sigue la misma estructura de otras películas donde el personaje principal empieza a transformarse en algo que no quiere ser. Por ejemplo: zombie, vampiro o monstruo. Yo me acordé mucho de filmes mejores que este, como Cronos (1991) de Guillermo del Toro, que es muy similar. Igual recordé peores, como Contracted (2013), donde una joven es infectada con lo que parece ser una enfermedad venérea, pero empieza a degenerar a niveles exagerados. También pensé en Alien (1979) en las escenas que intentan generar la repulsión del espectador mediante tripas y sangre. Otra que vino a la mente fue Låt den rätte komma in (2008), sobre una niña que es vampiro.
Es más un desfile de imágenes inquietantes, unidas por una trama sumamente débil y con momentos francamente absurdos y un final de risa loca.
¿Quién puede creer que unas tijeras puedan hacerle eso a un dedo por accidente? ¿No hay autoridades en la facultad de veterinaria y los estudiantes pueden hacer lo que se les antoje (incluso manipular cadáveres humanos)? ¿Es posible que en casi veinte años una hija nunca haya visto a su padre sin camisa?
La película es obviamente una ópera prima. Intenta llamar la atención impactando, pero le falta pericia a la hora de resolver sus escenas. Al verla, sentí que fue dirigida por alguien sumamente joven, de veintitantos. Sobre todo por que todo el punto de vista de la cinta es de jóvenes. Los adultos son sólo exageraciones y caricaturas que dan monólogos sentados detrás de una mesa. No hacen nada relevante dentro de la trama y están francamente mal escritos. La directora, Julia Ducournau, tenía 34 años cuando filmó la película así que no hay mucho pretexto para tal carencia.
Lo que sí puedo decir es que es obvio que es una directora con mucho potencial. Posiblemente tenga una carrera larga y fructífera. Quizá este primer largometraje quede solo como aquella cinta que ella mirará hacia atrás para decir: “Estaba joven, pensaba diferente”.