Si viven ustedes en Baja California, quizá ya le dieron like a la página de Facebook que se llama “República de Baja California”. El objetivo de este grupo es organizar a los pobladores para independizar a la península del resto del país y vivir felices para siempre. Suena bien, pero bien bonito, ¿a poco no?
Al resto del país la noticia le suena un tanto simpática y hasta ingenua, pero no es noticia para los bajacalifornianos. Desde que yo iba en la primaria, ya escuchaba esas ideas en clase: Que somos súper-prósperos y geniales, y que el resto del país es un lastre que succiona nuestros recursos. Este sentimiento es particularmente fuerte en las ciudades fronterizas, donde creemos que si el resto de México estallara, nosotros todavía podríamos sobrevivir comprando en San Diego o Caléxico. Además, el estándar de vida en Baja California es bastante alto, la densidad de población es baja y no hay tanta inestabilidad social. Para el bajacaliforniano, la independencia es un paso lógico.
La historia del estado parece confirmarlo. Estados Unidos estuvo interesado comprar el estado poco tiempo después del tratado de Guadalupe-Hidalgo, donde México perdió casi la mitad de su territorio. Ya para la revolución mexicana, grupos de filibusteros del Partido Liberal Mexicano pretendían tomar la península y crear una nación independiente. Ahorita no tengo frescos estos datos, pero recuerdo haber leído en un libro de historia de Baja California que el estado fue independiente durante aproximadamente tres días, y una bandera nueva ondeó durante ese tiempo en Ensenada. Pero no tengo este dato confirmado, así que no me crean mucho. (De hecho, no me crean mucho en nada de lo que escriba).
Baja California se convirtió en estado hasta 1952. Geográficamente se encuentra muy retirado del resto de la república. Esto provoca una sensación de aislamiento del país, y cercanía a un país extranjero. Yo recuerdo que mis libros de texto de la primaria estaban muy alejados culturalmente de mi realidad, como gran parte de la programación de la televisión. Y por cierto, vi las caricaturas en inglés porque nos llegaba la señal de los canales gringos.
En fin, es posible que este nuevo sentimiento separatista se haya avivado gracias al gobierno de Peña Nieto, uno de los peores en la historia. Otra de sus estúpidas decisiones es el aumento del IVA en la región fronteriza. Esto afecta el comercio regional porque comprar del otro lado de la frontera se hace más atractivo. Por supuesto, el gobierno centralista de este país no ayuda: Toman decisiones que reflejan el desconocimiento de la situación de los estados del norte. Esto aumenta la sensación de diferencia y no pertenencia al resto de la república.
En el nuevo grupo de Facebook ya se diseñó una bandera para este nuevo país. También las nuevas monedas, que ya se definió que equivaldrían a un dólar estadounidense (aunque no nos han aclarado cómo piensan hacerlo). Yo digo que en cualquier momento subirán la nueva constitución y un nuevo himno nacional. Las encuestas que han hecho en línea indican que hasta el 80% de los encuestados estarían de acuerdo con una independencia.
Como sueño guajiro suena rebonito. Pero cuando lo piensas más de cinco minutos, este movimiento más bien arece la rabieta de un niño de 13 años que se quiere ir de su casa porque no aguanta a sus papás. Hay miles de asuntos sin responder: ¿Y el petróleo? ¿Y las instituciones federales? ¿Y la infraestructura? ¿Y el gobierno? ¿Creen que firmarán un papel y nos dirán: “que les vaya bien”? Si nos separamos, no será diplomáticamente ni con amabilidad. Oh, no, señores. Así que tomen su fusil y a defender la nueva patria.
Así como el niño se quiere ir de con sus papis, nosotros, si queremos ser independientes verdaderamente, tendríamos que enfrentarnos a una realidad muy difícil. Ser autosuficientes, organizarnos para perder el cobijo del gobierno federal, tener una economía sustentable, recursos alimenticios, energéticos, educativos y un largo etcétera.
¿Me gustaría ser independiente? Nada me agradaría más. Lamentablemente todavía nos falta bastante para llegar a la mayoría de edad. Además, yo no les veo a nuestros papás la menor intención de dejarnos ir.