Cuando iba en secundaria, durante la clase de español la profesora se vio en la penosa necesidad de hablarnos sobre Don Quijote de la Mancha. Fue penoso porque es sumamente complicado explicar una novela española del periodo barroco a adolescentes que crecieron en una época totalmente distinta. Esto sucedió hace más de veinte años y sé que hoy es aún más difícil. Sin embargo es un requerimiento de la asignatura porque el Quijote es una las novelas mas importantes e influenciales de todos los tiempos.
La profesora decidió proyectarnos una película sobre el Quijote ya que sabía que no leeríamos tal librote. Así que soportamos algunos minutos de una película española que nos ilustró muy poco sobre la experiencia de leer el libro. El requisito de hablar sobre esta novela fue cumplido y todos seguimos nuestra vida en paz. Quizá si existiera alguna mejor producción que mostrarnos, alguna más interesante, más atractiva, hubiésemos salido seducidos. Aún así, poco tiempo después me embarcaría en la lectura del libro gracias a una copia que me prestó mi abuela y terminé enamorado.
Años después de todo esto y con varias lecturas del Quijote encima, sigo preguntándome: ¿por qué no hay grandes películas sobre la novela de Miguel de Cervantes?
No afirmo que los directores que intentaron esta monumental tarea hayan terminado con obras malas, pero es evidente que no existe una versión cinematográfica que le llegue a los talones a su contraparte literaria. El cine es posiblemente el arte más popular en la actualidad. Su consumo supera, por mucho, a la narrativa, el teatro y la poesía. Como el cine necesita historias recurre con frecuencia a estas fuentes para tomarlas. Grandes obras literarias han tenido grandes adaptaciones cinematográficas. Pongamos, como ejemplo, Las uvas de la ira (1940) basada en la novela de John Steinbeck, Matar a un ruiseñor (1962) basada en la novela de Harper Lee, o Romeo y Julieta (1968) basada en la obra de Shakespeare. ¿Pero dónde está la gran versión de Don Quijote? No quiero ser pesimista, pero probablemente nunca la veamos, y pretendo explicar por qué.
Por una parte el Quijote se trata de dos libros, el primero publicado en 1605 y su secuela diez años después, que juntos forman una obra muy larga. Don Quijote y Sancho Panza viven muchísimas aventuras. Si fuesen retratadas todas, abarcaría horas y horas en pantalla. Es por ello que los guionistas deben recortar una cantidad brutal de contenido para ajustar la historia del hidalgo manchego a la pantalla grande. Una versión más completa funcionaría como serie de televisión, medio en donde los espectadores están dispuestos a invertir esta cantidad de tiempo en una sola historia. Recordemos como ejemplo el tremendo éxito de las ocho temporadas Game of thrones, que adapta una serie de libros de George R. R. Martin.
Sin embargo, el Quijote no es la primera novela larga llevada al cine. Existen casos exitosos como Lo que el viento se llevó, basada en la novela de 1000 páginas de Margaret Mitchell o Doctor Zhivago basada en la novela de Boris Pasternak de aproximadamente 700. Por supuesto, se trata de películas de más de tres horas de duración. ¿Por qué no podría suceder lo mismo con el Quijote?
Quizá tenga que ver su estructura literaria. Casi cada aspecto del Quijote es una parodia de un género literario muy popular en su época: la novela de caballerías. Desde la estructura narrativa, los juegos metatextuales, el vocabulario de sus diálogos y su narrativa…Todo pretende ridiculizar y cuestionar el género caballeresco. Es difícil traducir todos estos recursos literarios al cine. Stanley Kubrick famosamente afirmó en una entrevista que “si puede ser escrito o pensado, puede ser filmado”. Esto proviene del director que adaptó al cine una de las novelas más complicadas de filmar de todos los tiempos: Lolita de Vladimir Nabokov. Aún así, nadie ha podido hacer esto con el caballero de la triste figura.
No olvidemos la naturaleza episódica de la novela. Cada capítulo cuenta una aventura muy concreta, y en ocasiones se extienden durante algunos capítulos pero terminan pronto, para iniciar una nueva poco tiempo después. Esto dificulta crear un arco dramático sin alterar significamente la trama. Es por esto que las versiones cinematográficas de esta obra de Cervantes oscilan entre la adaptación literal y la adaptación libre. Las literales son poco interesantes: pretenden seguir al pie de la letra el texto de Cervantes y por lo general terminan con algo visualmente aburrido y narrativamente estático. Las versiones libres divergen tanto de la fuente original que en ocasiones quedan irreconocibles, pero son las que tienen más potencial de presentar algo interesante.
Entre toda la filmografía que he revisado sobre este tema, les tengo a ustedes tres recomendaciones de películas del Quijote. Estas quizá no sean las versiones más populares, pero son las que pienso que reflejan más el espíritu de la obra.
La primera es Don Quijote cabalga de nuevo (1973), dirigida por Roberto Gavaldón y estelarizada por Fernando Fernán como Don Quijote y notablemente Cantinflas como Sancho Panza. Esta última elección de casting me parece particularmente inspirada y en mi opinión hace que esta película valga particularmente la pena. Sancho Panza tenía muchas similitudes con Cantinflas: eran personajes de clase baja, ocurrentes, con habilidad para enredar el lenguaje de manera cómica. Además, esta película se enfoca más en la segunda parte de la novela, la cual es normalmente ignorada por adaptaciones fílmicas.
El legendario director Orson Welles intentó durante muchos años terminar una película sobre el Quijote sin éxito. La financió con su propio dinero, filmó esporádicamente durante años y falleció antes de darle fin. Welles no quería una adaptación literal, y situó al Quijote alternativamente entre su pasado y el presente. Después de la muerte de Welles en 1985, Jesús Franco y Patxi Irigoyen terminaron una versión de la película en 1992. Algunos estudiosos del tema afirman que la versión estrenada dista mucho de la visión de Welles, pero aún así presenta una experimentación interesane.
Por último, otro director que lidió durante años con un proyecto similar fue Terry Gilliam, director de filmes como Brazil (1985), 12 monos (1995) y Miedo y asco en Las Vegas (1998). Después de décadas, logró estrenar su versión fílmica El hombre que mató a Don Quijote (2018), estelarizada por Jonathan Pryce y Adam Driver. Esta versión es completamente libre, y trata sobre un director de cine que quiere filmar en España una versión cinematográfica del Quijote, cuando se encuentra a un actor que se volvió loco y cree ser el verdadero Don Quijote. La película tiene mucho potencial, y se siente que el director conoce a profundidad la obra, pero lamentablemente se pierde en una maraña confusa al final.
Por mi parte sigo esperando, ojalá llegue algún director ingenioso, atrevido y visionario que logre esta gran hazaña. De cierta forma tendrá que tener muchas de las cualidades del Quijote para emprender un proyecto tan imposible. Lo bueno es que la obra original no se ha ido a ninguna parte, y aún podemos leerla en todo su esplendor y dejar que nuestra imaginación se llene de imágenes, como la del Quijote cuando leía sus novelas de caballerías.
Este artículo fue publicado originalmente en la revista Palabra de noviembre de 2022.
Gracias siempre por compartir, sería posible que ajustarlas la plantalla para que también en el celular pueda leer porque no permite leer completo. Gracias