Los jovencillos actuales no saben la emoción que causaba entrar a un arcade hace veinte años. Era un orgasmo visual y auditivo, lleno de pixeles de colores, animación cuadriculada y sonidos de ocho bits. Era como entrar a Narnia (para que me entiendan los morros, pues). A veces los supermercados tenían algunas maquinitas justo en […]