No he podido convencer a nadie de que lea el Quijote y no es por falta de intentos. Por más que trato emocionar, interesar, argumentar y promocionar el libro, no lo logro. Sigue siendo el libro que se ve a todo dar en la biblioteca. No puede faltar en ningún librero, pero la mayor parte de las copias vendidas siguen intactas. Siguen de decoración kitsch-intelectualoide. ¿Por qué?
Quizá es demasiado largo para las personas actuales. Los adultos fueron criados por la televisión y los jóvenes con Twitter. Les es muy difícil guardar la concentración en la lectura. Ni siquiera se salvan los estudiantes universitarios, que deberían tener un nivel más alto. La comprensión lectora está por los suelos.
Sin embargo, no podemos ignorar que la primera parte de este libro fue escrita en 1605. El castellano de Cervantes ya ha mutado desde entonces. Yo sostengo que el Quijote se trata de un libro muy legible aún en su forma original. Comparemos, por ejemplo, a Shakespeare que fue contemporáneo. Creo que es mucho más difícil de leer en su inglés original.
Por ello, el cervantista Andrés Trapiello ha actualizado el Quijote, modernizando el castellano de la novela a algo más cercano a nosotros. Intentó, en medida de lo posible, no alterar casi nada el texto original. Sólo cambiar el orden de las palabras y utilizar sinónimos y formas alternas de decir las cosas. Algo que pueda ser comprendido por los lectores contemporáneos.
Leer esta versión es algo bastante extraño. No me había dado cuenta de que leer el original era algo tan complicado. Esta fluye, avanza, no se detiene. Hasta siente uno que está haciendo trampa. Creo que algo de la música del lenguaje se pierde, pero se gana muchísima claridad. Las imágenes poéticas brillan, los escenarios cobran vida, y el efecto es deslumbrante.
Les pongo un ejemplo, primero en la versión de Cervantes y luego en la de Trapiello. Verán que los cambios son sutiles, pero sumando cientos o miles de ellos, se produce una lectura mucho más sencilla y clara.
Versión original:
—A la mano de Dios —dijo Sancho—. Yo lo creo todo así como vuestra merced lo dice; pero enderécese un poco, que parece que va de medio lado, y debe de ser del molimiento de la caída.
—Así es la verdad —respondió don Quijote—, y si no me quejo del dolor, es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.
—Si eso es así, no tengo yo que replicar —respondió Sancho—; pero sabe Dios si yo me holgara que vuestra merced se quejara cuando alguna cosa le doliera. De mí sé decir que me he de quejar del más pequeño dolor que tenga, si ya no se entiende también con los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse.
No se dejó de reír don Quijote de la simplicidad de su escudero; y, así, le declaró que podía muy bien quejarse como y cuando quisiese, sin gana o con ella, que hasta entonces no había leído cosa en contrario en la orden de caballería. Díjole Sancho que mirase que era hora de comer. Respondiole su amo que por entonces no le hacía menester, que comiese él cuando se le antojase.
Versión modernizada:
–Que sea lo que Dios quiera. Yo lo creo todo tal como vuestra merced lo dice; pero enderécese un poco, que parece que va de medio lado, y debe de ser del molimiento de la caída.
–Así es, y si no me quejo del dolor, es porque no está permitido a los caballeros andantes quejarse de ninguna herida, aunque se les salgan las tripas por ella.
–Si eso es así, yo no tengo que replicar –respondió Sancho–; pero Dios sabe cuánto me gustaría que vuestra merced se quejara cuando le doliera alguna cosa. De mí sé decir que he de quejarme del más pequeño dolor que tenga, si eso de no quejarse no se aplica también a los escuderos de los caballeros andantes.
No dejó de reírse don Quijote de la simplicidad de su escudero; y así, le manifestó que podía muy bien quejarse como y cuando quisiese, sin ganas o con ellas, que hasta el momento no había leído cosa en contrario en la orden de caballería. Le dijo Sancho que advirtiese que era hora de comer. Le respondió su amo que de momento no le hacía falta, que comiese él cuando se le antojase.
Aunque esta versión ha sido controversial entre cervantistas, estoy totalmente de acuerdo con este trabajo. El autor sabía que sería cuestionada, por eso la hizo sin dar parte de su intención a ninguna persona y sin que nadie le viese. El trabajo, según leí, le tomó siete años. Espero que se use en escuelas, o que sirva para introducir a más lectores a esta obra enorme, y se deje de torturar a los muchachos de secundaria que con trabajos pueden descifrar un mensaje del WhatsApp.
Les dejo cinco razones para leer el Quijote:
- Es un libro muy gracioso. Cervantes tuvo muchos objetivos al escribir el Quijote, y uno de ellos era hacer reír, y lo logra.
- Es un libro muy sabio. A kilómetros se nota que Cervantes era brillante, y muchos de sus personajes lo reflejan. Sus reflexiones son profundas y su observación reveladora. Aún después de más de casi medio milenio, nos sigue enseñando cosas.
- Es la primera novela. El género novelístico inició con el Quijote. Difícilmente la narrativa ha alcanzado el mismo nivel desde la publicación de estos dos tomos.
- Entenderás obras basadas en él. Hay múltiples obras de arte que se apoyan en el Quijote. Pinturas, musicales, cuentos, óperas, esculturas, otras novelas… Te abre otras puertas en las artes.
- Captarás las referencias en la cultura popular. Entenderás por qué se dice que algo es “quijotesco”. Sabrás que que Quijote nunca dijo: “Deja que los perros ladren, Sancho, es señal que vamos avanzando”. Sabrás que el Quijote no es un libro, si no dos. En fin, un mar de referencias.
Lean el Quijote, háganse ese favor. Si les gusta escribir, no tienen pretexto, deben leerlo ya.