De vez en cuando, cuando escribo en el pizarrón, algún alumno exclama de pronto: “Profe, ¡es zurdo!”. Siempre es con una exclamación enorme, no sé por qué. Pero es verdad: Siempre escribo con la izquierda y siempre lo haré. Es tan cotidiano que rara vez pienso al respecto. Hasta me sorprendo yo mismo cuando alguien me lo recuerda._x000D__x000D_
Los diestros nunca entienden la vida de zurdos. Nunca comprenderán que cuando encuentras a otro como tú se crea una empatía instantánea, una conexión por compartir dificultades._x000D_
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Algunas personas, sobre todo de más edad, cuentan que su infancia zurda fue una tortura. Quizá los corrigieron tanto que los “convirtieron” en derechos. Pero no nos engañemos. No, señores: Se nace y se muere zurdo. Quien diga lo contrario, miente. Es algo imborrable aunque lo intentes. (Aquí la sabiduría popular siempre dice: “Yo he escuchado que cuando hacen eso de corregirlos quedan con trastornos. No está bien hacer eso”.)_x000D_
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Para mi fue muy fácil crecer así. Quizá porque en mi familia habemos varios zurdos. La primera vez que me di cuenta de que era algo extraño fue cuando leí un artículo en el periódico cuando era niño. Precisamente en el día del zurdo. El texto decía que “también somos personas” y que la gente debe tratarnos con “respeto” a pesar de ser diferente. What the fuck!, me quedé yo. Me sentí insultado. Nunca me había sentido raro por mi condición hasta que leí eso._x000D_
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Batallé ya de adolescente. Mi secundaria tenía mesabancos con paleta pequeña. De esos que sólo te sirven para apoyar un cuaderno y un brazo. Y, obviamente, todos eran para diestros, así que eran mi martirio diario. Claro, eso cuando alcanzaba lugar. Si llegaba tarde me tenía que sentar en el suelo o en el bote de la basura._x000D_
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El punto es que, para escribir, debía apoyar el cuaderno en la paleta y torcerme para escribir sin apoyar el brazo. Súper-incómodo. Todos los demás escribiendo campantes, como si nada._x000D_
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Lo peor llegó cuando entré al taller de dibujo técnico. Dibujar a lápiz con la zurda es una tortura. Arrastras la mano por donde acabas de hacer un trazo y haces un cochinero. Tu mano termina totalmente cubierta de grafito. _x000D_
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Súmenle que mi profesora me cambió de lugar porque platicaba mucho. Me mandó a un restirador junto a un aire acondicionado que no servía. A veces lo encendían y mi lugar siempre estaba lleno de tierra. Mis trabajos eran una porquería y sacaba baja calificación. ¡Pero no era mi culpa! Les digo: El mundo es hostil contra los zurdos. De verdad. La profesora era diestra y no me creía._x000D_
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He tenido con frecuencia las conversaciones obligadas: “¿Sabías que los zurdos viven menos?”, te dicen los diestros con una sonrisita de superioridad. Luego les entra un poco la culpa por echarte en cara tu horrible condición y suavizan el tono: “Aunque también he leído que son más creativos y más inteligentes”._x000D_
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Un tercero siempre interviene: “Yo conozco a un zurdo. Es bien creativo… Los zurdos son bien raros. Por eso eres así, ¿verdad?”._x000D_
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Si hay una cuarta persona presente, quizá continuará con lo siguiente: “¿Qué tiene de especial ser zurdo? Es lo mismo que ser derecho, sólo que escribes con la otra mano. ¿Eso qué?”._x000D_
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Ahí es donde intervengo yo. Les cuento anécdotas como las que mencioné. Les explico un poco las dificultades de vivir con esto. Ilustro como todo en este mundo está diseñado para diestros. Sé que me escuchan, pero sus mentes ya están en otras partes porque ya han tenido esta conversación antes._x000D_
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Otro dirá: “Me acordé del capítulo de Los Simpsons cuando Flanders abre una tienda para zurdos”. Le responderán: “¡Ah, sí! Está bien chistoso”._x000D_
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La conversación continúa, se las podría seguir narrando al dedillo. Yo me quedo ahí, observando, deseoso de encontrar otro zurdo cerca. Alguien para unir fuerzas en ese momento y mandar a la goma a los diestros durante un ratito. Pero somos menos del 13% de la población. Normalmente me quedo con las ganas.